IN-SONORA Muestra de Arte Sonoro e Interactivo llega a su tercera edición, repitiendo la fórmula de una convocatoria pública cada vez más abierta e internacional para seleccionar el total de su programación. Se suman a la exposición de instalaciones: las presentaciones en directo, conferencias, performances e intervenciones en el espacio público y piezas de escucha.

prólogo

Hubo alguien entre nosotros que nos explicó esas dos hermanadas facetas de la electricidad que son LA TRANSMISIÓN Y LA MÚSICA ELÉCTRICA, se llamó Juan García Castillejo, y en 1944 publicó un libro – a sus expensas – dónde con claridad y sobre todo entusiasmo nos lo explicaba. PERO ES ESTE UN PAÍS INATENTO que es capaz de coronar su falta de cuidado con un Ministerio de Cultura todo él sordo a lo que no sea orquesta y escaparate.
Da igual que LAS MÚSICAS ELÉCTRICAS nos hayan cantado de mil maneras aquel axioma varesiano de “la música – toda música – es un fenómeno físico”, o aquel otro de A. Lucier que dice “todos tenemos un pequeño estudio electrónico dentro de nuestro cerebro” o ese otro que a mí tanto me gusta de Bill Fontana de que “un sonido son todas las maneras de ser escuchado”.

A trompicones y – siempre a la contra – también nosotros hemos vencido la inexorabilidad del fugitivo sonar para entrar en gustosos jardines – u obscuras cuevas – poblados y pobladas de sonares-en-ex- posición (llámense ambientes como antes, llámense instalaciones como ahora se prefiere), también nosotros le entramos al arte público de SONIDO COMO MATERIA PRIMA Y PRIMORDIAL, o – cómo no – a la radio como arte de transmisiones que desopacan el aire y (a veces) las escuchas, o a la red-de-redes como oreja de todos pasándose la vez.

Mucho de todo ello lo hemos conseguido mediante estricta práctica de esa difusa y todavía necesaria “cultura del paralelismo”, pero menos da una piedra. Y menos mal que cada vez somos más los que damos en salir de los insonorizados “auditóriums” esos para devenir ciudadanos gustosos de practicar todas las escuchas imaginadas e imaginables, y que armándonos de húmedas iniciativas como IN-SONORA, damos pábulo a un muy plural hacer, que obvia obsoletas culturas de pasillo, pedigüeñeces y otras pequeñas miserias que todo ese – algo anticuado – modo, lleva aparejadas.

Llorenç Barber
músico

Agosto, 2007