IN-SONORAV

IN-SONORA llega a su quinta edición en el mes de Noviembre de 2009, presentando como cada año una selección de proyectos relacionados con el arte sonoro y la interacción desde un punto de vista amplio. Instalaciones, eventos en directo, zonas de escucha y visionado, completan una programación que cuenta con más de 50 artistas de diferentes nacionalidades y el apoyo de 13 sedes de la ciudad de Madrid entre espacios alternativos, privados e institucionales.

prólogo

Necesidades de lo sonoro

Es un comentario que resuena constantemente. Hay una necesidad de hablar de lo que suena y lo que se escucha, de desentramar las culturas, de exponer, oír y ver todo aquello que se ha perdido durante la hegemonía de lo visual.

Es innegable que los modos de exposición, estudio y gestión del conocimiento que el sonido genera, son un fenómeno en alza, o al menos en expansión. Y es por esta proliferación exponencial por lo que hay que tener cuidado de no convertirnos en un ismo, en un moda o una tendencia. El arte sonoro, ese término tan resbaladizo, debe ser parte de los esfuerzos en los que se inscribe, de las necesidades en que se funda, del momento cultural que lo precede y lo define.

En este sentido, IN-SONORA se nos presenta como referente en la exposición y re- flexión de lo sonoro en esta ciudad, habiendo introducido un diálogo formal entre los modelos de exhibición extranjeros y los modos de supervivencia subalterna propios de cada lugar. Casi como reflejo de esta tendencia, se encuentra dentro del precariado institucional al que las políticas culturales, pese a sus recientes esfuerzos, acaban relegando a lo emergente, o en este caso, a quien lo favorece.

Es por ello que no debemos olvidar cuando hablamos de estos modelos ejempla- res por su autonomía, que se basan sobretodo en relaciones y esfuerzos personales y grupales. Esfuerzos que atiendan a las necesidades de las que venimos hablando y que a veces se traducen en el desgaste. Esfuerzos que demuestran que esta situación intersticial frente a la institución, no es siempre una opción ni una alternativa, sino un medio impuesto que hace entender que IN-SONORA funciona por sus partícipes, su público y sus organizadores.

Demuestra finalmente que esta necesidad de que IN-SONORA se produzca, es una necesidad colectiva, una experiencia necesaria para la ciudad. Una necesidad que quizás atiende a esa reivindicación del medio sonoro y de la cultura aural como medio de conocimiento. Una necesidad, la nuestra, de oírnos pase lo que pase.

José Luis Espejo