Programa
LOS MAQUINISTAS
(the machinists)
15 nov. – 14 dic. 2013
madrid
Inauguración / opening:
15 nov. 2013, 19h.
Performance inaugural, 15 nov. 20h.:
Ronald van der Meijs, Der Wexel y Michiel van de Weerthof
Performance de clausura, 14 dic. 20h.:
Ronald van der Meijs
lugar / place:
Centro de Arte Complutense (c arte c)
Universidad Complutense, Madrid
comisaria / curator:
Maite Camacho
artistas / artists:
Cod.Act (suiza)
Pe Lang (suiza)
Guillermo Marconi (colombia)
Ronald van der Meijs (países bajos)
Alfredo Morte (españa)
Roberto Pugliese (italia)
Der Wexel + Michiel van de Weerthof (países bajos)
Zimoun (suiza)
c arte c
Avda. Juan de Herrera, 2
Universidad Complutense de Madrid
Vicerrectorado de Atención a la Comunidad Universitaria
horario:
Martes a Sábados / Tuesday – Saturday
de 9.30 a 19.00hs.
Domingos y festivos / Sunday and holidays
de 10.00 a 15.00hs.
Lunes cerrado / Monday closed
Descargar / Download:
Nota de prensa / Press release
Dossier del proyecto / Project portfolio
taller:
Abiertas las inscripciones hasta el 12 de noviembre para el taller gratuito a propósito de la exposición
LOS MEDIADORES. Teoría interpretativa
Performance y Audioguías para el contexto de la Exposición LOS MAQUINISTAS (the machinists)
con el apoyo de Extensión Universitaria, Facultad de Bellas Artes de Madrid.
Fechas / dates: Del 12 al 23 de noviembre 2013 (ver programa)
* El presente proyecto – LOS MAQUINISTAS (the machinists) – ha sido realizado con el apoyo de las Ayudas a la Creación Contemporánea 2012 de Ayuntamiento de Madrid. El proyecto y esta publicación son responsabilidad exclusiva de sus autores. El Ayuntamiento de Madrid no es responsable del uso que pueda hacerse de la información aquí difundida.
* LOS MAQUINISTAS (the machinists) ha contado con el apoyo de la Fundación Suiza para la Cultura Pro Helvetia. With the support of the Swiss Arts Council Pro Helvetia.
Artistas()
Presentación
Aunque el uso de ingenios mecánicos es una constante durante la historia del hombre perdiéndose en el tiempo el origen de los más elementales, es durante el S. XV y XVI cuando se produce un fenómeno singular que conduce a identificar anatómicamente la máquina; similitud que incluso llevará a Descartes a reconocer la conducta del animal similar a la máquina en las acciones comunes con el hombre, aunque por carecer de “res cogitans” es entonces más próxima a estas que a nosotros.
Es precisamente este fenómeno de identificación máxima, lo que hace que súbitamente se ponga “el ingenio” en desarrollar todas las posibilidades que la mecánica ofrece, aunque es la aplicación de estas la que en última instancia, se hacer meritoria de su rápida evolución ya que la inversión en investigación sólo se justifica por la obtención de resultados aplicados. Por tanto su versatilidad, a partes iguales repartida entre su capacidad de facilitarnos las tareas, con la de poder ser un elemento de destrucción de alta eficacia, hace que tanto desde los primeras automatizaciones de molinos a las riberas de río, como en viejas máquinas de tortura, su sofisticación nos haya provisto en ambos terrenos de cada vez artilugios más capaces.
En definitiva, la ingeniería ha evolucionado sólo en vías de ser útil, hasta culminar en el presente, momento en que toda esa tecnología analógica se ha visto súbitamente sometida a un avance transformador como es la digitalización de sus procesos. Parece incluso que empezamos a vivir una era en que lo analógico pasa a segundo término, cuando en realidad todos los procesos digitales están enfocados a producir en uno otro momento consecuencias analógicas, incluso aquellos que aparentemente buscan sólo transmisión de información.
¿Podría entonces decirse que la mecánica se ha convertido en un nexo entre un mundo real y un mundo virtual?, quizás sería aventurarse demasiado afirmar algo así, pero si está claro que a medida que la máquina aparentemente deja de ocupar un lugar estrictamente funcional, empiezan a ocupar un espacio emocional, y esto lo hace sólo a través abandonar cualquier aspiración utilitarista, es decir: de convertirse en arte.
S.V.
ENG /
Although the use of mechanical devices is quite a constant all throughout human history, being the oldest ones as old as to be hardly traceable into their origins, it is during the fifteenth and sixteenth centuries when a peculiar phenomenon occurs and finally ends up linking those devices to men under the form of anatomical identification. This close similarity between body and machine would lead Descartes to reckon animal and mechanical behaviors, being both deprived of the human component of the res cogitans, as fundamentally equal when compared to common human actions.
It is precisely this complete identification between body and machine that caused human creativity and genius to then apply themselves in the pursuit of the full development of all the possibilities offered by mechanics, being their success measured by the level of pragmatical results in relation to the cost of the investment. Thus, the versatility of mechanical devices —equally split between their potential to ease the burden of our labours and their potential for devastating destruction— resulted in an ever increasing supply of highly evolved and evolving machines dedicated to both work, as in the first automatizations found in old mills, and destruction, as in the very sophisticated torture machines of that same time.
Engineering, as a result of that, has come to be, up to this day and age, a matter of pure and simple usefulness. It is only now that all those analogic technologies have suddenly found themselves forced to accept a full-scale and deeply transforming step forward by the digitalization of what used to be their primary functions and processes. It may seem as if we were today living in the decline of the analogic, but actually all those digital processes and devices are ultimately bound to cause analogic consequences and results, even those apparently used only to convey information.
Could it be said, then, that mechanics have ultimately become a link between the real and the virtual world? That may be too brave a statement to make, but what is safe to assume is that, as long as the machine became obsolete and exited the realm of the purely functional, it entered the realm of the emotional: by the emancipation from its original purpose, it eventually became discourse.
S.V
Translation: Miguel Ángel Serna Martín